Años después, el publicista Risto Mejide en uno de sus alardes de genialidad a los que nos tiene costumbrados, en uno de los mejores libros que he leído ( que la muerte te acompañe) ponía en boca de uno de sus personajes una de esas frases para enmarcar : cuando sabes que eres rubia, el color de tu pelo es lo de menos.
Yo nací Raquel de Rosario , pequeña, morena y con bambas... Simpática y resultona, " mona" que dirían mis padres. Y aunque no está mal yo siempre quise ser Marta Sánchez , grande , rotunda, de taconazo.. Rompiendo y rasgando a mi paso . Vivía siendo una chica mona soñando ser una rubia despampanante.
Muchos años después , cuando las arrugas y las canas se descojonan de los complejos y mis pies han destrozado más de un tacón de aguja , soy rubia. Y , tal como vaticinaba el de los sofás chester, no ha hecho falta pasar por la peluquería para ello...
Porque , entre nosotros, vivir siendo rubia es una gozada... Los problemas afectan en la medida que tus los dejas, las dudas , las inseguridades, los traspiés se despejan a golpe de melena. No se da explicaciones incómodas porque , simplemente, no recuerdas cual ha sido el acto grave que has cometido. Vives la vida desde el rosa, desde los brillantes de swaroski, desde la lencería de Hello Kitty. Te ríes de todo y lloras por casi nada... Amas desde las vísceras y olvidas desde el cerebro.
Ser rubia te da la autoridad de desconectar cuando las cosas se ponen feas y cansinas, de bailarle el agua a la política mientras le comes la boca a la farándula ... De ser tú sin dejar de ser otra, alguna, cualquiera, todas.
Y si alguna vez mi madre me hubiera preguntado de pequeña: hija , de mayor que quieres ser? Sin lugar a dudas le hubiera respuesto : rubia, mamá... Yo de mayor quiero ser rubia.