Desde ese día tengo la costumbre de oler a los míos. La mezcla de hormonas y adolescencia bien llevada de mi compañero de vida,los sábados cuando me cuelo en su cama y ,adoptando la falta pose de madre abnegada,lo lleno de besos que el acepta estoicamente . El de perfume caro de mis chicas preferidas cuando se visten para hacer daño,con esa belleza inteligente de quién sabe que con gustarse a sí misma ya tiene más que suficiente . El de toallitas de bebe de mi mininovio, ese que recrea risas,mimos, primeras experiencias en estado puro. El de hogar de mi gato-pantera que evoca tardes de sofá,manta y peli con el suave sonido de su ronroneo de fondo.... El de loción de afeitado de la sabiduría de mi padre,el de la crema hidratante de la elegancia de mi madre, el de la gomina de la grandeza de mi hermano....
El olor es el punto discordante de la razón, la parte animal de nuestra humanidad racional, el detonante que conecta directamente las emociones, sin pensar,sin analizar....simplemente es el responsable de la elección de a quien queremos.
Desde qué ese novio de olfato visionario se fue ( sin un adiós ,sin un porque ,que diría la canción ) no he vuelto a oler a un contrario. Me han llegado aromas de colonias masculinas, aftershave y hasta desodorantes de esos que prometen noches de lujuria pero no he vuelto a oler como aquel día ,en un arranque de " romanticismo máximo" ,me enseñaron .Quizás porque lo malo de los amores olidos son los recuerdos..quizás porque querer no depende de perfumes,colonias,cremas ,sino de quién los habitan,quien los hacen suyos...quizás porque no ha sido ni el lugar ni el momento ni la persona.
Lo que esta claro es que el día en que vuelva a hundir mi cabeza en el hueco de un cuello sabré que estaré , como mínimo, jodida.