Ando en pleno estado vacacional . Y como cada año el lugar elegido tiene los elementos esenciales para que los días de descanso de mi compañero de vida sean lo más parecido al paraíso . Así que ,teniendo en cuenta que mi microeconomía no me permite llevarlo a cualquier isla paradisiaca del Caribe , mi " yo creativo" se las ha ingeniado para que con una buena tabla de surf, gafas de snorkel , patines y grandes dosis de imaginación , una simple playa de la costa blanca nada tenga que envidiar a playa Babaro.
Con lo que yo no contaba este año es que mi compañero de vida en su etapa preadolescente prefiriera la compañía de humanos de su misma edad y en su defecto un aparato de tamaño cuadrado llamado iPad . Por lo que después de dos días de estado vegetativo estirada en la hamaca de una piscina llena de niños con exceso de energía y habiendo escuchado por enésima vez el " bailando" de alguno de los Iglesias ( si... Si alguien se lo pregunta, me se la canción enterita con coreografía incluida) mi neurona se ha declarado en estado de sitio y me ha exigido algún tipo de actividad .
Así que una misma que viene resolutiva de serie y tiene gran cariño a su neuronita se ha puesto manos a la obra para crear una buena lobotomia que haga que olvide estos dos días de bachata, gritos y visiones paranormales ( la dejadez de los cuerpos en cuanto hay sol y piscina es algo que nunca he entendido... en fin, ese es otro tema).
" los ochenta son nuestros " de Diosdado, " últimas tardes con Teresa" de Marse, " el coronel no tiene quien le escriba " de García Márquez y " el tango de la guardia vieja" de Reverte han sido los elegidos para despertar del coma estacional . Grandes clásicos , palabras entrelazadas con ritmos puros, ajustados, elegantes. Historias de deseo, de desamor, guerras , hambres y cambios generacionales... Personajes excepcionales que manejan el tempo de la imaginación poniendo entre las cuerdas al lector.
Al final del tercer día , con Marse acabado , Reverte a medias y Diosdado en el banquillo, cuando mi neurona volvía a ser , por fin ella, toda contenta y feliz , me ha invadido una enorme tristeza. Tristeza al ser consciente que nunca llegare a escribir una de esas historias que hagan despertar la neurona moribunda de un humano de vacaciones.
Desde mis botas verdes he retorcido palabras, en ocasiones con más gloria que pena, con ese punto de chulería canalla que me da haber nacido en un barrio del extraradio. Retorcido palabras desde las vísceras , las únicas que entiendo y vivo, jugando a ser contadora de cuentos que sean , cuanto menos, medio creíbles .
Y , aunque tengo " mi público" que diría mi querida Sara Montiel , hoy soy consciente de que por muchos años que viva, de errores que cometa y felicidades me lleve , no seré capaz de escribir frases que te encojan el corazón y te tatúen la piel , frases que te dejen sin respiración .... Así pues, llegados a este punto, volveré a mi hamaca de piscina, me evadiré de gritos y visiones sangrantes con la ayuda de Sabina en el iPhone y las RayBan y volveré a sumergirme en los grandes clásicos que me han salvado de un verano pijoapartesco ( gracias Marse por tan buen adjetivo) .
Sólo espero que el otoño y mi dispersión natural hagan que olvide esta tristeza y vuelva a retorcer palabras aunque sólo sea para uso y disfrute de unos pocos.