jueves, 4 de diciembre de 2014

Siempre nos quedara París .

Hoy mientras me desayunaba las primeras noticias del día me he llevado un disgusto de esos que te cortan la leche del café.

Resulta que las fans incondicionales de la iconica serie Sex and the City nos vamos a quedar con las ganas de ver un tercer reducto en forma de película. El motivo por el que ya no volveremos a deleitarnos con los modelitos de Carrie es ,básicamente ,que Mr. Big se niega a estirar más su particular hilo rojo con la musa de Blanick, que ya anda cansado de tanto ir y venir,que seis años de dsencuentros no hay cuerpo que lo soporte y que,por que no decirlo, le va estupendamente como gobernador en The good wife.

Yo entiendo al analfabeto emocional neoyorquino , entiendo la desidia de reconstruirse cada cierto tiempo, entiendo que llega a ser cansado remendar jirones ,costurones nada estéticos que dejan el alma para el arrastre. 

Mientras escribo reviso los últimos episodios de la serie, me doy cuenta que lo que realmente no entiendo es como dos humanos que se encuentran,se miran y ,por fin ,se ven, no son capaces de gestionar el privilegio de ser feliz. Porque lo complicado es entender que quieres,que amas, que de repente hay un precipicio que saltar a dos, pero cuando el umbral del miedo no llega ni a los tobillos todo, absolutamente todo ,debería ser sencillo.

Ser y estar,simplemente eso. Porque lo peor ya ha pasado,la angustia de no saber,la incertidumbre del quizás no, el desasosiego del silencio ya no está...ya no hay marcha atrás. Por eso debería ser sencillo,porque si la vida es una especie de psicópata que se empeña en perseguirnos,el ser y estar le ponen órdenes de alejamiento, porque si llueve y la mañana amanece desapacible, ellos aparecen con el paraguas de lunares rojos. Tal cual, ser y estar....sin más, y evidentemente,sin menos.

En el último capítulo de Sex and the City, Mr. Big ,después de mil y una huidas hacia delante , de ver que todo es más simple que lo que nos cuentan las películas, que es más fácil sentir que sufrir, que ya está, que es ella y sólo ella, va a buscar a Carrie a París ( no podía haber otro escenario,evidentemente) y allí , entre el frío y la nieve le pide que vuelva a casa, a él, a ellos.

París y una historia de amor, ese debería de haber sido el final de Carrie y Mr. Big, de dos personas que un día se miraron y se vieron. Sin bodas fallidas ni viajes agridulces, un the end contundente ,especial, sin fisuras.

Entiendo a Mr. Big, entiendo su decisión a no seguir mareando la perdiz...porque yo,como el, siempre ,a falta de ser y estar, me quedo con París.





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