jueves, 4 de septiembre de 2014

Ni de blanco, ni por la iglesia...

Tengo que reconocer que a mi las bodas me gustan y mucho. Creo que son la mejor excusa para hacer todas aquellas cosas que no hacemos por no padecer el temido sentimiento de culpa que las acompaña... Por ejemplo , si en tu buzón encuentras un sobre de color marfil que presagia una buena boda ,ese vestido que descubriste en una pequeña tienda del gótico ,lleno de capas de tules , color verde musgo y cinturón fucsia que tan bien combinaría con unos stilletos de charol ,ya estaría colgado en el armario sin preocuparte de lo que marcaba la etiqueta ... El sustituir ir a la pelu a teñirte a la hora de la comida por un sábado en el que te pondrán mascarilla para el pelo, te harán manicura y pedicura, maquillaje de ese que aunque lleves dos capas de pintura se te ve totalmente natural...y como olvidarse de la barra libre desde el comienzo hasta el fin del evento, no preocuparte de donde has dejado el vodkatonic al volver del baño, te pides otro y punto .... Lo dicho, estar invitada a una boda tiene muchos beneficios.

La cuestión  es que yo misma que soy de ver los toros desde la barrera o lo que sería en este caso vivir el evento desde la mesa de invitados , esta mañana he tenido una revelación . Andaba esperando a que el señor quiosquero me cobrara el Vogue de este mes cuando me he dado de bruces con la portada de la revista Hola. En ella una , como siempre , expectacular Angelina Jolie posaba el día de su boda ,con el no menos expectacular Brad Pitt , ataviada con un vestido blanco de Versace y un velo largo de tul estampado con dibujos diseñados por sus seis hijos.... Así , tal cual, porque ella lo vale. Y ha sido en ese punto donde me he dado cuenta que mi animadversión por pasar por el altar nada tiene que ver con el compromiso que conlleva dar ese paso, sino por tener el "concepto" equivocado.

Brangelina han celebrado su enlace en un castillo de la campiña francesa, con sólo veinte invitados y con un velo de novia lleno de dibujos infantiles. Ni grandes familias, ni limusinas , ni valses nupciales... Han vivido la boda que habían soñado , no la que mandan los cánones de los bodorrios ( si es que existen, que no lo se ) .

Así que , una vez pagado el Vogue, y de camino a la oficina he decidido que el día de mi boda ( si llega claro... No vayamos ahora a leer entre líneas que anda mi padre delicado del corazón ) quiero llegar a la ceremonia en moto , abrazada a mi contrario aunque el casco me desbarate el moño, mirar a mi alrededor y ver únicamente los rostros sonrientes de los humanos que me soportan a diario, la banda sonora de pulp fiction de fondo mientras nos hartamos a comer y beber, una tarta nupcial de moras y un photocall con bigotes, chisteras y narices de payaso... Quiero reírme hasta que me duela, ser tan feliz que no me quepa en el pecho, divertirme hasta decir basta.

En definitiva, quiero que mi boda sea mía , porque aunque yo no sea Angelina Jolie también lo valgo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario