Mientras observo desde la ventana como ,mochila a cuestas, se aleja hacia su tan ansiada independencia, cojo el móvil y le mando un wassap a mi querido enemigo íntimo : quiero un bebe ( debería haberle dado los buenos días pero pierdo la educación en momentos de crisis).En el mismo momento en que el abrupto wassap era enviado pude visualizarlo dándole vueltas a su última pluma restaurada, arrellenado en la silla de su despacho...despacho aséptico, funcional y práctico como su contestación : a ver niña, que si hay que hacerte un favor se te hace pero te digo desde ya que las noches sin dormir te las comes sólita. Finiquito la conversación con un insípido emoticon de esos que tanta rabia me dan y me dejo igual que estaba.
El caso es que se que tiene razón, que ya hace tiempo que decidi que mi cupo de maternidad estaba cubierto pero no podía evitar sentir un pellizco en el alma cuando ,por la calle, me cruzaba con esos pequeños humanos, sus batas rayadas dos tallas más grandes para " que le sirva un par de cursos al menos" que decimos las madres, su colgante hecho de cartulina y plastificado con el nombre bien visible ...que no se pierdan, pero sobretodo sus caras , mezcla de felicidad y miedo, ojos expectantes ,boca semiabierta de sorpresa...ingenuidad en estado puro.
La nostalgia me transporta a un tiempo en que una pequeña mano se aferraba a la mía pidiendo desde el silencio que lo soltara lentamente, que me quedara protegiéndolo en la retaguardia. Tiempo en que los pactos eran media hora más de dibujos , media hora más de juegos ,media hora más de besos y mimos. Y aunque se que lo he hecho bien, que el proyecto de hombre que hoy me exige volar sólo ha aprendido que su horizonte es tan grande como el quiera tenerlo, no dejaré de estar en la retaguardia velando por su libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario